domingo, 28 de febrero de 2010

Solía cazar

Antes solía ir a cazar.

Cada fin de semana se producía la misma ceremonia: levantarse de la cama tibia para ser acuchillado por el frío. Lavarse la cara con el agua helada y después vestirse adecuadamente para la ocasión, los calcetines gruesos, los pantalones de pana, las botas de montaña, camisa y chaleco. Tras eso un buen desayuno, coger a la reina de mis ojos: mi preciosa escopeta a mi perro de caza y salir de casa.

Disfrutaba mucho agazapado en silencio entre los matorrales esperando a que saliera alguna posible pieza y sentir el nerviosismo del chucho cuando sentía cosas que yo sólo era capaz de intuir.

Ah! Y que felicidad era batir un animal. Saber que unos minutos antes gozaba de una saludable vida y que tras mi disparo lo único que quedaba era su cuerpo, aún caliente, entre mis manos.

Quizas por eso aunque la caza me gustaba también disfrutaba enormemente de una ceremonia, digamos.... secundaria. El cuidado de mi escopeta. Durante toda la semana la limpiaba y la preparaba sabiendo lo valiosa que era, ya que sin ella no podría dar caza a ningún animal.

Pero he hay que me enamoré y me casé y a mi señora.... no le gustaba la caza. Así que como fiel enamorado, guarde mi arma, amanse a mi perro y tiré la ropa con la que tan buenos tiempos había pasado.

Digamos que nunca lo he echado de menos, digamos que he sido feliz y que no habría cambiado ningún día de mi vida de matrimonio por una sóla cabeza disecada más reposando en mi salón. Digamos que todo ha ido bien y que la quiero.

Y porque la quiero espero que me disculpe, espero que comprenda a este pobre viejo. Espero que sepa perdonar que todas las noches limpie y mime un poco a mi preciosa arma de caza.

lunes, 15 de febrero de 2010

Despedidas

Creí que podía correr más o al menos tanto como el tren.

Creí que podia permanecer al lado de la ventana, para que pudieras ver mi cara, iluminada, a lo largo de recorrido.

Creí que podía ser tan rápida que llegaría antes que tú y podría recibirte con ese beso y ese abrazo que te mereces cada segundo.

Pero lo cierto es que todo eso es imposible.




¿Entonces por qué lo sigo creyendo?