viernes, 21 de diciembre de 2007

Holocausto

“Yo he dado positivo”.

Se le heló la sangre cuando esas palabras resonaron en su tímpano. Se le paró el corazón. Sabía lo que eso significaba.

Adiós a una vida normal. Adiós a las noches de fiesta locas, adiós a no prestar atención a su alimentación y al estado de su cuerpo.

Tendría, o debería dejar de fumar. Si ya de por si le iba a costar respirar no sería bueno agravarlo con un enfisema.

Tendría que olvidarse de su idea de tener su propia descendencia. Jamás quiso hacerlo, pero ahora le agobiaba la idea de no poder cambiar de opinión. Se imaginó por un instante a los 50, completamente sola, consumida por la enfermedad. Fue la primera vez que pensó en suicidarse.

Tendría que abrazarse de lleno a los antiretrovirales, aceptar sus efectos secundarios y estar pendiente de sus niveles de carga viral. Tendría que cuidarse muy mucho de no coger un catarro, mucho menos una bronquitis o una pulmonía.

Tendría que haberlo pensado antes de follarse a aquel tío a pelo.

Y por aquella nimiedad, por aquellos diez minutos en los servicios de un pub, lo único que tenía que hacer ahora era confirmar sus sospechas y hacerse la prueba ELISA a la que, algo dentro de ella le decía que seguiría la Western Blot.

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