miércoles, 24 de junio de 2009

Lichtgestalt

Hace años, en uno de los universos paralelos que copan mi cabeza, tú tomabas baños calientes y yo te leía a Ray Loriga. No es que hubiera mucho que leer, es más, el final de "Trifero" era lo único que se colaba en el ambiente rebosante de humedad. Pero yo era feliz. Aunque sólo sucediera en mi cabeza.

Como siempre, los años pasan y el mundo gira, enamorado de un tiempo a esta parte, y con ellos tus baños calientes y mis palabras robadas desaparecieron. Aunque no con ellos tu presencia, iluminando cual faro de Alejandría aquel que yo consideraba tu hogar. Y aun cuando ya no te permitía robarme el alma, sabía, que aunque luchara con todas mis fuerzas siempre habría algo en mi fascinada por tu ser.

Así, tú en tu sitio y yo en el mío, y la distancia entre los dos agrandandose por noches. De las conversaciones estupidas, a los saludos distantes, después a la nada. Y más allá de eso desapareciste.

Y aunque no le di importancia, algo dentro de mi me alarmaba. Sabía, que años atras, cuando te ponía mentalmente en remojo, hubiera recorrido cielo y tierra para saber qué cojones estaba pasando, pero la edad y las circunstancias me hacian pensar que era mejor esperar a que escampara.

Coincidencias del destino, finalmente, me enteré. Supe por qué no aparecías por casa. Me quedé petrificada.

Ahora le rezo a David Bowie, que es quien cuida a todos los ángeles, para que vuelvas pronto y si puede que me quite el miedo.

Porque estoy aterrada.
Aunque lo tuyo es peor.