lunes, 24 de noviembre de 2008

La mujer que casi apreció al hombre que casi conoció a Michi Panero.

Se metió en mis oídos a la altura de un mayo. Uno de esos mayos ya pasados, uno de esos mayos que confundo temporalmente con todos los demás, a pesar de poder enunciar día a día lo que sucedió durante su transcurso.

Le había negado reiteradas veces. Me había negado a dejar que sus letras melancólicas me perforaran el tímpano a través de los cascos de mi mp3. Sin embrago, en mi carpeta de música descansaban, aún vírgenes, la mayoría de sus discos.

Así había sido siempre. Y así debería de haber seguido siendo. Pero como dije, aquel mayo el destino quiso que mis errores, un montón de errores, cada uno con su cronología, cada uno con su segundo exacto, cada uno con una imagen mía: las orejas gachas, el mentón cansado reposando sobre mi puño cerrado y una pregunta repetida, "¿Por qué?". Y tras ésta, otra imagen: mis pasos pesados y terribles andando en línea recta perfecta hacia el siguiente error.

Así uno a uno, pasito a pasito, llegué al punto donde encendí el ordenador, abrí la carpeta de música y tuve, como gran idea, hacer "click-click" sobre una canción de ese hombre.

Mi cabeza agotada de buscar soluciones a todos mis errores no prestó la atención adecuada a lo que escuchaba. Y sin tener en cuenta mi opinión decidió que podría llegar a gustarle, que podría no ser tan malo.

Con dos paquetes de cigarrillos al día y sus letras en mi cabeza, tomé la autodestrucción por bandera y me sumí y consumí a base de preguntarme qué coño fue lo primero que hice mal. Con impotencia, sin moverme apenas para no joderla más, pasaba los días entre humo y acordes. Así acabó aquel mes de mayo.

Tras recomponerme del golpe, tras cerciorarme mil veces de que no había habido errores, tras sentirme ultrajada, usada y sin usar, como una puta muñeca hinchable que compras pensado que por fin vas a conseguir follar todos los días y con la que no eres capaz ni de correrte la primera vez porque, aunque tarde, comprendes que no es lo mismo que follar con una mujer. Tras sentirme tan mal que por primera vez en mi vida me sentí sucia.... y llena de ira tal vez, tras todos esos días que formaron el mes de Junio me paré a pensar en él.

Pensé en sus letras, en sus acordes, en sus canciones tristes, siempre tristes. En esas rimas que sólo riman en la cabeza y me di cuenta de que no era para mí. Que estaba vacío, que no me sentía identificada y que nunca lo haría. Que mis guerras no serían las suyas y que mis vivencias, por ser eso: vivencias, nunca se parecerían a lo que el predicaba.

Además.... siempre me recordaría al hijo de perra que me jodió un mes de mayo.