miércoles, 16 de septiembre de 2009

Frío

Ayer, ya entrada la noche, tan solo dos luces alumbraban en el pequeño horizonte de tejados y antenas. Además como el frío ya ha entrado, la gente ya no se para a gritar en las calles en mitad de la noche.

Quizás fue toda esa calma la que me inquietó y me revolvió dentro de la cama. Quizás por la falta de ruido me acordé de la bella Baviera. Y traidora, porque me juró no cambiar y mintió.

Ya nunca podré jugarme la cerveza a los dados, nunca sabré de quien cojones es aquella canción, porque en el Clip ya no la ponen. Nunca pasear por sus calles será igual, porque allí ya no me siento pequeña.

Al menos tengo el Vynil y con él a Glenn Miller a las once y lo mejor del funky a partir de la doce y media. También a un camarero guapísimo y a una camarera amable y un matrimonio entre ellos. Mundo, mundo....

Y al llegar aquí todos se van. Claro que no son todos, ni siquiera son la mayoría, pero recién marchados, te sientes como si no hubiera nadie más, como si estuvieras absolutamente solo. Y te encuentras día si día no limpiando las lágrimas que caen al suelo a través del hueco que los muy cabrones dejaron en tu alma.

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