miércoles, 13 de mayo de 2009

One last minute

El tic tac del reloj se me clava en la cabeza.

La otra

¡Sal maldita! Sé que estás ahí.

Sal, por favor.... te lo suplico.

Usaré toda mi fuerza y juro por lo que más quieras que entraré y te sacaré a la rastra. Luego ya decidiré si te dejo con vida.

Sal, pequeña, tengo que escribir. Sé que tengo algo dentro de mí, que quiere salir, pero sin ti no lo lograré, podría abrirme en canal con un trinchador de pavos, para ver que cojones es lo que hay dentro, pero aún así sin ti no puedo. Por mucho que vea, que escuche, que paladee, si tú no estás a mi lado, no puedo expresarlo.

Siempre nos llevamos bien, siempre estuvimos cuando nos necesitamos la una a la otra. Si bien es cierto que yo pude necesitar más de ti que tú de mí, creo que siempre fui agradecida.

Vamos, abre la puerta ....

Abre la puerta, ¡Joder! Ábrela maldita puta, sal de ese rincón oscuro, sal de tu guarida. ¡Sal de una vez! Ramera desagradecida, te he dado todo lo que tú querías, siempre a tu modo, siempre a tu gusto. No eres más que una zorra caprichosa, pero aún así, por las buenas o por las malas, te necesito y no dudaré en despellejarte y cubrirme con tu piel si es que esa es la única forma de hacer que todo vuelva a la normalidad. ¡Sal de la habitación Zorra!

....


“Gilipollas, tan ciega y estúpida eres que no te has dado cuenta de que fuiste tú la que se quedó dentro”