martes, 27 de febrero de 2018

Escapismo

Hoy me he mirado a los ojos en el espejo de tu casa. He sostenido mi propia mirada de una manera que hacía años que no hacía. En el pasado, sostener mi propia mirada de esa manera, no era siempre un plato de buen gusto. No, no solía serlo. Pero al menos tenía los cojones para no titubear al pensar en hacerlo y dejarlo pasar esperando que llegase otro día en el que el valor fuera suficiente.

Y, como te decía, hoy lo he hecho. En el espejo de la entrada de tu casa. Han sido un par de segundos que se han hecho eternos. Un par de segundos en los que me he asomado a mis miserias. A todas las razones que me hacen doler el pecho y que, muchas veces, no me dejan dormir.

No es que haya descubierto nada nuevo. Pero, sin esperarlo, me he encontrado de soslayo, (decir que valientemente me he enfrentado a mis demonios sería mentir burdamente), con todas esas cosas que llevo demasiado tiempo barriendo debajo de la alfombra que hay en un sotano cuya puerta tiene siete candados y 14 plantas construidas encima y rellenas de hormigón.

Mis miserias, a lo Houdini, han venido a por mi. Y me alegro.

Llevo demasiado tiempo dándole largas a importantes preguntas. Parapetandome en tonterias y dramas primermundistas para no coger por los cuernos el toro de mi existencia. Esquivando, sin gracia ninguna, todos los comienzos de cada uno de los momentos incómodos que tengo cuando algo me dice que debería parar, ser valerosa y pensar.

Soy pusilánime y estoy aterrada. Soy un pollo sin cabeza, corriendo en una dirección hasta que choca y la cambía de manera sorpresiva y asustadiza. No sé nada. No tengo un plan. Y lo peor es que me aterra tener uno por si no puedo seguirlo. Por si fallo. Por si demuestro una vez más al mundo lo increiblemente mediocre, asustada y triste que me siento.

Pero aún cuando mi plan es obviar la necesidad vital de uno, eso no implica una línea recta y sencilla. Ojalá. Siempre hay victimas. A veces, la mayoría, yo. Sintiendome como la mierda que es mi plan y bien merecido que lo tengo. Otras veces gente inocente como tú. Gente que no se lo merece en absoluto.

¿Por qué tú? Porque estás cerca. Y porque a veces mi enrevesada mente amplifica pequeñeces y tonterias con tal de no pensar en esa falta de plan. Hacer drama para tapar otro, el real, el que sólo tiene una responsable.

Una responsable tan cobarde y miserable como para hacer algo así. Alguien incapaz de mirarse a los ojos.



No hay comentarios: