miércoles, 16 de abril de 2008

La misma piedra

De nuevo, como tantas otras veces mucho tiempo atrás, se encontró en una situación que detestaba con todas sus fuerzas.

Sucumbió a la llamada del cigarrillo en horas intempestivas. Con el malestar físico que sólo la mente sabe provocar, ese que hace que no tengas sueño, pero que quieras dormir, que estés intranquilo a pesar del silencio de la muy entrada noche, que cierres los ojos y seas capaz de ver toda la miseria intrínseca a tu ser. Con ese malestar contestó los gritos que la nicotina le alzaba.

Y como tantas otras veces se encendió un cigarro sabiendo lo difícil que sería dormir después. Y como tantas otras veces se sintió sola. De esa soledad que te has buscado a conciencia a pesar de no quererla. Se sintió triste, más triste que ninguna otra vez.

Consumió su tabaco a la par que un pedazo de su vida. Uno de esos trozos amargos y bizarros que esperaba no recordar el día de mañana. Aunque bien sabía que tendría que hacerlo.... y que lo haría.

Bien sabía, a tiempo pasado, porque había llegado hasta allí esas tantas otras veces. Le era conocida la historia, por vieja y por repetitiva. Palabras mal encadenadas, el tono inadecuado, el reproche que debería haber expirado antes de nacer y florecer en sus labios. Cosas que no debería haber dicho. Cosas que no debería haber pensado. Cosas.... que no debería haber sentido.

Y la historia, la vieja historia desgastada por el uso y deformada por el paso del tiempo, volvía a ella una y otra vez, recurrente y cíclica como una maldición. Como una pequeña pesadilla que había de ser vivida para aprenderla de una vez.

Pero esta no sería la vez. Le quedaban otras muchas. Otras noches en las que abrazarse a la nicotina como efectiva destrucción.

Hay errores que siempre cometería.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por suerte el ser humano es capaz de tropezar una y otra vez en la misma piedra.
Y digo por suerte porque somos muy mezquinos, y no nos importa volver a repetir nuestros errores, unas veces conscientemente y otras inconscientemente.
La historia está ahí, y no es más que una sucesión de ciclos con los mismos errores.

En cualquier caso, ¿cómo sabemos que son errores?