lunes, 3 de noviembre de 2025

DIY

Llevó un tiempo con la sensación de que llego tarde a una fiesta a la que ni siquiera sé si estoy invitada.
Que voy contrareloj a algo que no sé si va a suceder.
Que intento leer una nota en un idioma que no entiendo.
Que me rio de un chiste que pudiera ser a mi costa.

Llevo un tiempo notando como el corazón me sangra. Despacio. Gota a gota. Como un grifo que no cierra del todo bien. Cada vez que miro al suelo y veo el charco y su tamaño me asusto y clavo la vista en el frente y me esfuerzo en pensar que gotita a gotita tampoco puede ser tan peligroso. Pero dentro de mi soy consciente de que me desangro.

Otra vez.

La fina y afilada incertidumbre me ha hecho ésto. Me ha horadado poco a poco. Penetrando con cada latido. Hasta que su punta brilló al otro lado del ventrículo. Como si el fin fuera ponerle una cadenita para poder llevar mi corazon colgado de un cuello. Bisuteria efímera.

¿Pero acaso no lo he permitido yo? ¿No hubiera sido mejor llamar a las cosas por tu nombre? "Aquí está el pan, que es pan. Y aquí el vino, que es vino. Y aquí está tu boca que me interesa mucho más que comer y beber ahora mismo.".

Pero no, esas cosas no se dicen.

Lo primero: por el posible rechazo. ¿No es más hermoso vivir una esperanza que llorar una certeza? Sí, sí que lo es. La esperanza da fuerzas, que quizas vengan de una irrealidad, pero eso es indiferente. Sin embargo, la busqueda de la verdad en este caso puede forzar a tomar consciencia de la soledad de una manera cruel. Una manera que obliga a tener los pies en la tierra y a recordarme la situación que me rodea.
Esa soledad que no incapacita pero que obliga a ser más fuerte y a apoyarme aún más en mi. A ser mi propio Atlas aguantando en solitario todo el inmenso peso de mi mundo interior.

Lo segundo: por que solo soy capaz de vislumbrar el comienzo. No sé qué vendrá después. Si soy sincera, ni siquiera sé qué quiero más allá. No hay imaginaciones, ni fantasias, ni clarividencia más allá de alcanzar esa boca que a estas alturas se siente casi como un premio cinegetico. Como si conseguirla requiriera de una estrategia. Como si aquello que aparecio en un punto medio entre el pubis y el pecho no fuera ahora más que una obsesion emocional capitalista y febril. La loba de Wall Street de tu boca. Y de tú nariz. Y de tus ojos enmarcados por esas cejas inexpresivas. Esa cara de nada que me impide leerte. Esos ojos muertos mataos que no quiero tener la responsabilidad de revivir para poder entender . Una adivinanza que me desafia y que transmuta lo organico en tensión y dudas que pasean entre la perplejidad de no entenderte y lo dulce que se anticipa adivinarte. Un puzzle, eso eres.

Uno que no sé si quiero resolver.

martes, 21 de octubre de 2025

Arenques

 "Pero... ¿tú crees que de verdad le gustas?"

Aunque la pregunta de tu interlocutora te pilló por sorpresa tenías la respuesta absolutamente clara. Ya no es que tú misma lo pensases, que lo hacías, es que había quórum. No es sólo lo que estaba ante tus ojos, sino también ante los demás ojos incluso lo que, al parecer, algunos oídos también habían percibido.

Por eso batiste tus pestañas y agachaste la cabeza para cargar una sonrisa de orgullosa complacencia. Justo en el instante en el que ibas a elevar tu rostro y empezar a mostrar el triunfo en tus dientes se te cruzó una imagen: tú esperando al ascensor, la falda de tul rosa de de adidas, unas Martens nuevas, el abrigo de pelo de animal print, en la mano izquierda una copa de cava llena de Juve&Camps y en la derecha la gigantesca bolsa de basura que ibas a tirar. Era 6 de Enero y fue el único día que hiciste algo más que lamerte las heridas. El resto de las navidades y todo el principio del año te lo jodieron las más que familiares inciales. ENE-UVE-HACHE.

Esa imagen frenó en seco la sonrisa, no así tu cabeza que seguía ascendiendo mientras en tu cerebro revivías un trauma a velocidad x100: la calidez de su mirada y lo amplia de su sonrisa, lo increible que te sentías acaparada por él, cómo te envolvía y te besaba la frente, algo que tu siempre querías interpretar como un signo absoluto de amor y que te partía en dos cuando sentías en lo más profundo de tus entrañas que algo no iba bien. Qué no avanzabais, que no se comprometía a nada, que no había respuesta cuando tú le abrías tu corazón y le mostrabas todos tu sentimientos, casi como si se los ofrecieras con las manos abiertas y las palmas extendidas como hacen los niños cuando quieren que un adulto juegue con ellos a toda costa y les dejan elegir los juguetes.

A estas alturas tus ojos se alzaban muertos como los de los pescados expuestos sobre el hielo. Todo lo que sucedía estaba pasando en las bambalinas de tu cerebro y ya habías llegado al punto en el que le decías que no podías más. Te recuerdas sentada en el sofa, abrazada a su espalda, tus brazos por debajo de los suyos haciendo una especie de gancho mientras sollozabas con la cabeza sobre su omoplato. Después vino su absoluta falta de afecto, su marcha y los meses de pensar y repensar que no eras suficiente, que no habías sabido darle aquello que buscaba, que no habías sido lo bastante inteligente para poder hacerle feliz.

Se te había olvidado respirar. La boca se alzaba con el resto de la cara pero ya no estaba firme sino que colgaba indecisa sin saber qué expresar. En tu cabeza estaban pasando el final de la película: trás meses de miserias el 2020 te obligó a ponerte en modo supervivencia y dejar la vida de plañidera para volver a volar. Y lo hiciste de la única manera que encontraste: de larva a mosca. Nada bello como una mariposa, ni delicado como un colibrí. No. Había que ser práctica, no había tiempo para las florituras, solo para recordarte una y otra vez algo que hasta una mosca, con su diminuto cerebro, pudiera recordar: No basta solo con gustar, tiene que gustar lo suficiente.

Para cuando tu mirada alcanzó de nuevo a tu interlocutora, tu cara había cambiado por completo. Las facciones constritas, la boca levemente entreabierta expresando estupor, las cejas enmarcando los ojos de animal herido y la mirada honda como si se enfocara hacia adentro en lugar de afuera.

 

"No. Creo que no".

martes, 23 de septiembre de 2025

Die Zukunft

Pero no que sientas pena o incertidumbre. Tengo planes. Y casi como diría Nacho Vegas, (que no me cae muy allá): son ambiciosos. Tanto que consisten en algo más que sobrevivir. Por lo pronto guardar calma.

 

Y seguir llorando al vivo. 

domingo, 10 de agosto de 2025

Cadáveres en el armario: El vodevil del popurrí (maloliente)

 Ayer, de madrugada, lloraba en silencio unas pocas lágrimas rodeada de gente que lo pasaba bien. La mayor parte de ellas quedaron aún retenidas dentro porque tampoco es plan de ponerse en modo plañidera cuando los colores, la música y el fresco de las noches bávaras de verano le suben el ánimo a casi todo el mundo.


Treinta minutos antes de eso estaba en el baño del garito. Meando sentada, porque es un garito muy limpio, y escribiendo en WhatsApp al Oráculo "¿Se raya todo el mundo tanto como yo?". Pensaba que con la simple interacción, ni siquiera con la respuesta, sino simplemente por el hecho de plantear la pregunta podría cerrar un poco el agujero negro que tenía en el pecho. El parche, como se pudo ver después, duró pocos minutos.


Ocho horas antes de eso estaba decidiendo qué ponerme. Hacía muchísimo calor pero a la vez quería respetar mi necesidad intrínseca y personal de expresarme a través de mi imagen. El problema, (del primer mundo), es que tenía que elegir algo para ir de compras, tomar cervezas, ir a cenar y salir de fiesta. Había quedado a las seis de la tarde y no sabía cuando iba a volver. Sentía que el cuerpo me pedía un rollo urbano pero sin parafernalia. Un vestido... corto. Debería bastar. 

"Pero el de flores no que no tengo zapas que vayan con él. Tampoco el negro de encaje que son las seis de la tarde. ¿Por qué dejé el vestido de animal print en España si esta es la única época del año en la que me lo puedo poner aquí? ¿Y me pongo alguno de Estrella Asesina? Dejé de ponérmelos después de la lesión porque al engordar no me quedaban bien pero yo creo que ahora el de skater debería valerme de nuevo".

Me puse el vestido. Me quedaba como un guante. Hay que agradecer a la marca que fabrique para muchas tallas, (incluidas tallas grandes) y qué sus prendas suelan quedar muy bien. Hay que desagradecer que son moda rápida viento en popa toda vela y que colaboran en la aceleración de la destrucción del planeta de modo que sea no habitable para los humanos. Si lo pienso fuerte, igual hay que darles las gracias por eso también. En fin... estaba flipando con lo bien que me veía y lo bien que me quedaba. Pero no me sentía bien. El agujero negro del pecho absorbió esos felices sentimientos y me devolvió duda. Sentí miedo. Pánico veloz subir por las costillas. Por mi garganta. Por delante de mis ojos. Hasta llegar a mi cerebro. Y de ahí retumbar a mi boca: "Tía, tienes 39 años, no puedes salir así vestida a la calle". Entendía lo injusto y falso de la afirmación pero por algún motivo no podía racionalizarla y me la creía. Y como mi criptonita es la confusión, esta dicotomía me estaba partiendo en dos. el corazón se me aceleraba, la garganta se me cerraba y yo sentía que el ataque de pánico se acercaba de manera peligrosa y directa. Me senté en la esquina de la cama mirando al interior de mi bien surtido armario y me dije en voz alta "Tranquila bonita, lo estás haciendo muy bien. Estás cansada, son días difíciles. Date un poco de cancha". Me "salvó" saber que llegaba tarde y mi capacidad aprendida de estar para los demás antes que para mi, (¡qué de cosas puedes esconder bajo la alfombra cuando tienes semejante super poder! ¡qué de podredumbre, de descomposición, puedes abandonar con una sonrisa cuando prefieres mirar hacia cualquier otro lado en lugar de hacia el jardín donde tus plantas mueren y los pájaros se envenenan!). Siete minutos más tarde salía por la puerta con unos pantalones negros cortos y una camiseta negra que rezaba "Garrido is not Spain". Me sentía absolutamente desaliñada.


Unas 24 horas antes, quizás algo menos, me reencontraba con un chico que me gusta muchísimo. Yo también sé que le gusto a él. Pero por algún motivo, (que a él no le sale de los cojones), la cosa nunca acaba de cuajar. Por desgracia la criatura, (y esto sé que es de manera inconsciente), utiliza conmigo refuerzo intermitente; que para algunas personas es horrible y para mi también pero también es fentanilo. Pocas cosas me destruyen, mientras doy palmas de alegría, tan rápido como eso. Y ahí estaba. Años después de vernos por última vez, danzando de nuevo como un títere astillado al son de sus sonrisas, de sus interrupciones y de su inexistente responsabilidad afectiva. Me fui a casa confusa pero también feliz, tranquila y gozosa, porque él es él y cómo no voy a estar gozosa a pesar de que es la misma puta mierda de siempre. Y todo esto sin darme cuenta de que mi agujero negro consumiría todos esos sentimientos y se haría aún más grande durante la noche.


Aproximadamente 5 semanas antes de llorar en el patio del garito donde todo el mundo esta feliz, volvía de pasar 2 meses en España. Volvía de por fin empezar a entender qué me hace tanto bien allí y por qué no funciona aquí. Venía de haber conocido gente y sitios nuevos, de haber hecho nuevas amistades y consolidado las viejas y de haber disfrutado mucho. Por primera vez me forcé a recordar y a intuir que la vuelta no iba a ser fácil. Que los veranos son calurosos pero desagradecidos y que la agradable brisa nocturna tiende a abrir viejas heridas con sus afiladas briznas de aire. Y aún así, incluso con esta toma consciente de consciencia, llevo 5 semanas sintiéndome como un muñeco de pruebas en un test de choque con varias vueltas de campana. Cierto es que he dado algunos pasos sólidos, como hitos a los que he podido agarrarme en algunos momentos. Pero también es cierto que ha habido algún punto de inflexión en el que he vuelto a perder el norte y no he podido hacer nada más que dejarme llevar de manera violenta arrastrada a través algo que a veces se sentía más como un lodazal donde se bañan los cerdos que como una vida.


14 horas después de perturbar ligeramente la feliz experiencia de algunas personas que bebían, fumaban y charlaban en un patio, estoy aquí; frente a un ordenador, escribiendo todas estas palabras y con una única motivación: sacarme el veneno. Tengo que sacar todo el horror del agujero negro de mi pecho antes de intentar cerrarlo porque si lo cerrase así moriría de sepsis. Así que allá voy, a cucharaditas pequeñas, poco a poco, sacando la ponzoña.

jueves, 25 de julio de 2024

Agua y plomo

 Estoy muy triste. Estoy casi infinitamente triste. Y mis conocimientos matemáticos me dicen que casi infinito es infinito.
Así que estoy infinitamente triste.

Soy incapaz de gobernar esta tristeza infinita. Infinita e ingobernable. Pensé que nacía de mis entrañas y que pasaría, como tantas otras veces pasó. Pero no.
Ahora también me arde en el pecho. Y tengo claro que viene de la cabeza.

Cierro los ojos y se me saltan las lágrimas.
Si intento placarla se me acelera el torax y parece que me faltase el aire.
Si intento sobreponerme la sonrisa se me tuerce como la de los payasos.
No es posible ignorarla. Se expande como una pesada pompa de jabón rellena de plomo.
No quiero abrazarla. Porque se lo que me hace. No quiero que me duela tanto. No quiero que me haga pensar en madrugar para ir al río. No quiero que esté aquí,
Pero no puedo hacer nada. Me siento tan triste. Nada tiene sentido.


A veces ya no sé quien soy.

miércoles, 3 de enero de 2024

H4: Hundido, hijo de puta!

Todo volvió a empezar cuando quedó con él para tomar café. No es que fuera exactamente igual pero definitivamente sí muy parecido, como si un halo descafeinado le hubiera pasado por encima a los sentimientos que despertaba la historia original.

Por otro lado el hecho de que su interlocutor fuera capaz de comportarse como una persona más normal le llamaba poderosamente la atención y la atraía con una fina melodía que ella esperaba (y no, no pienses en eso, y sí, quizás sea diferente, y no, y sí, y dolor de cabeza...), acabase de forma diferente a la anterior pieza que les unió. No es que esperase que hubiera un idilio romantico que acabase en fastos de perdices, (no era tan gilipollas) pero si que tenía la esperanza de que las cosas terribles que había visto en el alma de aquel hombre fueran, en realidad, un error de percepción, (porque en el fondo si que era un poco gilipollas, la pobre).

La mañana después de aquella cerveza, ese reencuentro y esos polvos que habían sido sin duda los mejores desde que lo conocía, le llegó a su nariz emocional un leve tufillo a pasado. Era un olor casi inperceptible, como cuando te tienes que acercar mucho a unos filetes para entender que tienes que cocinarlos ahora o nunca. Entendió que había algunas similitudes entre lo que había pasado exactamente en las Navidades de hacia 4 años y lo que estaba pasando ahora. Y pensó que era gracioso.

A medida que los días transcurrían la gracia se iba diluyendo y la sonrisa se torcía. Entendio que ambas situaciones tenían mucho más en común de lo que ella había imaginado. Pero como seguía siendo la misma persona siguió dando los mismos pasos, no ya para tropezarse con aquella misma piedra. Sino para escalar aquel peñón enorme de nuevo. El edor a corrupción y miseria del pasado empezó a llenarlo todo, cada particula que conformaba el aire era pútrido y fétido y lleno de la profunda tristeya de antaño. El estomágo se le encogía y tenía dolor físico ante la perspectiva de que, de nuevo, el único motivo porque el que él la había rondado con tanto empeño y decisión, por lo que había mostrado interés y le había escrito incluso en las más lejanas distancias era solo uno: sacarse el veneno. Y ahora que ya lo había hecho y lúcido suficiente como para sopesar que ella tenía VPH no volvería a hacerlo jamás. Lo peor es que ella sabía que iba a pasar esto desde el pincipio. Y no hizo nada más que confiar en algo que sabía que no iba a pasar.

Aún siendo la misma persona y aún siendo bastante gilipollas, esta vez (igual que la anterior), cogió su dolor, cogió su orgullo, cogió su sinceridad y su valentia y empezó de nuevo la que sería, otra vez, la última conversación. Lo que cambió y lo que esperemos que cambie el rumbo de nuestra protagonista es que esta vez no hubo reproches, ni muestras de daño causado, ni tan siquiera le pidió responsabilidad alguna por la innanición de actos de él. Sólo un Feliz Año Nuevo, una pequeña charla intrascendete para ella, y un "cuídate".

Ella nunca sabrá lo que pensó él, exactamente en aquel momento. Nunca sabrá si entendió que ella estaba cerrando una puerta y dinamitando una roca. Se quedará ciertamente con las ganas de saber si la echó de menos para algo más que para follar y por qué tanto empeño en hacerlo con ella cuando hay tantos otros seres humanos en el mundo. Pero todas esas pequeñas intrigas quedarán eclipsadas por un hecho cierto y es que aunque sea con 4 años exactos de diferencia ella por fin hizo lo correcto.

Se acabó la partida.


martes, 31 de enero de 2023

Alta terapeútica

La primera vez que esta canción me arañó el corazón debió de ser a la altura de Septiembre. Una noche de vuelta a casa después de cenar y tomar algo entre semana, recorría el camino conocido en el sentido que menos me gustaba: del centro a casa. No me gusta porque abandonas la zona más iluminada para adentrarte en un camino oscuro y estéril, de sombras que se dibujan en la penumbra y amplias posibilidades de cruzarte con gente que parece de todo menos normal.


Oh the sisters of Mercy, they are not departed or gone


 Al final de esta frase yo ya sabía que iba a llorar. Pero no sabía por qué. Las lagrimas iban rodando hacia abajo por mi cara y yo caminaba impertérrita tratando de averiguar qué me hacía sentir así. Entonces apareciste tú como un flash en mi cabeza y con la misma velocidad desapareciste.


La segunda vez fue durante uno de esos extrañamente tibios dias de Noviembre. Paseaba junto al Danubio con el sol iluminándome la cara.


They were waiting for me when I though that I just can´t go on


Misma historia. Los ojos inundado en lágrimas y una extraña sensación de desconocimiento que me daba impresión de confusión tragicómica.


And they brought me their comfort and later they brought me this song


Y de nuevo apareciste en mi cabeza. Y la sensación de desconocimiento desapareció porque supe exactamente lo que tenía que hacer: esto.


Oh, I hope you turn into them, you who´ve been travelling so long.


Así que aquí estoy, escuchándola por tercera vez y sabiendo cómo va a acabar pero esta vez de manera controlada y usándola como escusa para darte las gracias.

Gracias por aceptarme, por ayudarme a deshacerme de la angustia y el dolor innecesario.


Yes you who must leave everything that you cannot control


Gracias por enseñarme que yo no soy culpable de muchas de las cosas que creía que sí. Y por mostrarme que no tengo que cargar con pesos emocionales que no me corresponden. También gracias porque me has enseñado a cuidarme de maneras que no creía que existían.


It begins with your family but soon it comes around your soul

 

Muchas gracias por darme crédito, escucharme y creer en mi. Por hacerme ver que porque un comportamiento suceda mil veces eso no lo convierte en justo. Y por enseñarme mecanismos para que no vuelvan a suceder y ayudarme a comprender que "yo" soy más que mis manías. compulsiones y rituales.


Well I´ve been where you are hanging, I think I can see how you are pinned: 

when you are not feeling holy, your loneliness says you have sinned

...

 

Gracias por mostrarme que no hay nada de malo en las decisiones que tomo o en la vida que quiero llevar y que tengo que pensar en mi. Por exponerme y hacerme ver que mis capacidades y mis aptitudes son super válidas y que tengo razones para sentirme o actuar de determinadas maneras aunque el resto, o algunas personas, no las entiendan.


If your life is a leaf  that the seasons tear off and condemn

...

 

Gracias por salvarme la vida. Por devolverme la alegría, por quitarme las terribles ideas de muerte de la cabeza, por ayudarme a volver a disfrutar de las cosas que hago, por barrer la miseria de mi existencia.

Y aún te tengo que dar las gracias por dos cosas más. La primera porque en la primera sesión me preguntaste que qué esperaba yo de la terapia y creo recordar que mis palabras fueron: "Yo sólo quiero dejar de llorar". Así que muchas gracias porque ahora sólo lloro cuando es necesario y normalmente por cosas que me emocionan positivamente.


When I left they were sleeping, I hope you run into them soon.

Don´t turn on the lights, you can read their address by the moon.

 

Y la segunda cosa que quiero finalmente agradecerte es por haber sido mi musa hoy. No es que me fuera a olvidar de ti pasado mañana pero ahora sé que siempre te llevaré aún más dentro.