viernes, 26 de octubre de 2007

¿Qué? No, yo no he oído eso. No sé de qué me hablas.
No, no eran mis pasos los que sonaban huecos por la acera.
Lo siento, no era mi voz la que susurraba tu nombre mientras unas manos que no eran las mías repiqueteaban en tu puerta.
No, no eran mis ojos asustados los que te encontraste al abrirla, ni fueron mis lágrimas las que se enjugaron en tu camisa.
No fueron mis balbuceos los que consolaste mientras rodeabas unos hombros que no eran los míos.
No fue mi clavícula lo que acariciabas con tu dedo, esperando ansioso el momento para atacar.
No fueron mis labios los que se rindieron sin concesiones a los tuyos.

¿Y sabes por qué? Porque no nací para cumplir tus sueños.

1 comentario:

Anónimo dijo...

no, no fue mi hombro lo que confundiste con mi teta xDD


sigue escribiendo así y te pago una filología :D