martes, 6 de noviembre de 2007

Antes

Aunque no sea cierto me gusta pensar que él estaba allí antes que nada. Él fue antes que el local, antes que las máquinas, antes que la música, los taburetes y las indelebles manchas del suelo.
Él fue antes que yo, de eso estoy segura. Mucho antes.
Y aunque sé que él no estaba allí por o para mi, es cierto que allí estaba…. cuando yo llegué.

Y ha impregnado todo con su sello personal. Cada centímetro tiene su marca. Cada porción de espacio esta llena con sus ideas, con sus pequeños proyectos, que sumados uno a uno dan lugar a ese antro horripilante que tanto me llena. Todo, en cierto modo, es como él es. Aunque la mayoría de nosotros no tengamos ni idea de lo que eso significa.

Tan opaco de piel para dentro, tan cristalino de barra para fuera. Incluyendo su música, que varía, poco a poco, como si de su evolución personal y eterna se tratase.

Reconozco que me llegó a resultar exasperante, irracional incluso, ver como cada fin de semana mis pasos se dirigían una y otra vez, al mismo lugar; a contemplar a un ser: insoportable, maleducado, borde, obtuso, terco, sorprendentemente apático a veces y otras dinámico y mordaz. Pero me resigné. Sin ningún motivo más que el tedio que produce buscarle tres pies al gato, o cinco, o nueve, porque nunca he sabido cuantas patas tiene.

Quizá por eso ahora me sorprende todo el revuelo que se monta a su alrededor. Comentarios en voz baja, manos tímidas que le señalan con el dedo a su paso. Parece que el mundo se vaya a acabar. Y eso, tan sólo porque el niño se ha aburrido.

Sí, sí. Como lo oís, simplemente se ha aburrido, por eso echa pulsos dialécticos con cualquiera, por eso espera que la locuacidad en persona se presente y le de conversación. Por eso ya no están ninguna de las niñas que le bailaban alrededor, porque hasta de ellas se ha cansado, (o viceversa).

Nadie debería asustarse por su actitud. Pero hay algo en todo esto que si que me da miedo: ¿qué pasa si se cansa del lugar, de su proyecto? ¿Qué pasa si se va? Supongo que cerrarían el Ciao. Sin alma ese lugar no…. ese…. no vale nada.

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